Es así, lo confieso. Estas navidades no están siendo lo que esperaba. Lo único que hago es gastar mis energías en lágrimas inútiles que me dicen que no estoy bien, aunque intente escapar de esa tisteza que nunca me abandona. No dejo de darle vueltas a miles de cosas y, como siempre, la relexión es mi peor enemigo. El caso es que probablemente tenga una mente retorcida, una parte "maligna" que está en lo más profundo de mi ser y me retiene contra mi voluntad en un mundo sombrío, sin esperanza. No alcanzo a ver la luz, todo me parece una falsa ilusión que tarde o temprano se desvanecerá. Sí, por supuesto que hay momentos en los que me olvido de todo y disfruto todo lo que puedo de lo bueno que la vida me regala, pero aún así es imposible abandonar la preocupación, las noches en vela, las lágrimas gastadas y el miedo a perderlo todo.
Bipolar. Esa es la palabra. Paso de estar bien a sentirme fatal, con un nudo en la garganta del que me desahogo a escondidas, por no preocupar a nadie más. Pero ya no aguanto más, estoy harta de llorar, de sentir soledad y melancolía.
Parecerá que es mentira, pero, a pesar de todo, me encanta la Navidad, y que ésta no esté siendo de las mejores no me va a derrumbar. Tengo claro que yo no soy así de pesimista. SOY alegre, optimista y tengo un gran espíritu navideño, así que supongo que de algún modo saldré adelante. Si no lo consigo, que nadie diga que no lo intenté.












